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La disciplina es necesaria para aprender autocontrol

Impartir disciplina resulta complicado

Médico

Cuando hablamos de disciplina me vienen a la mente los momentos de la infancia de mis hijos. Escribo este artículo, porque sé que a muchos padres, como a mí en aquel momento, les resulta dificil abordar la tarea de la educación de sus hijos y tienen que recurrir a la ayuda de libros especializados o simplemente asímismo acudir a profesionales para que les orienten en los aspectos educativos más problemáticos. Lo primero que hay que saber es que la disciplina no es castigo. El castigo se centra sólo en el mal comportamiento. La disciplina es guiar y enseñar a comportarse, con la finalidad de construir autoestima.

Establecer horarios

Los horarios establecidos sirven a los niños para saber qué se espera de ellos y cuando.

  • Comer: a qué hora se come, cómo se lavan las manos, cómo se recoge la mesa.

  • Dormir: la hora de ir a la cama, cuándo se dejan de hacer cosas, cómo se lee en la cama.

  • Deberes: el tiempo, el lugar.

  • Ver la televisión: cuánto tiempo, qué programas.

  • Trasnochar: cuánto tiempo, qué noches.

A algunos niños les cuesta cambiar de una actividad a otra, es aconsejable avisarles con unos minutos de antelación cuándo se va a cambiar de tarea, así les dará margen para finalizar lo que estén haciendo en ese momento, o sabrán en que punto tendrán que dejarlo.

Dar ejemplo

Enseñar con el ejemplo es una forma estupenda de impartir disciplina a nuestros hijos, pues no tendremos que enseñarles a cada instante y momento cómo comportarse en la vida, pero también es un arma de doble filo, ya que atenderán más a lo que hacemos que a lo que decimos y si intentamos regañarles por decir una palabrota, podrán decirnos: "Pero papá, si es lo que dijiste tu anoche cuando un coche te cortó el paso..." "¿Me estoy comportando de la manera que me gustaría que se comportaran mis hijos?" es la pregunta clave que debemos de hacernos cuando nos miramos al espejo. Recuerde, las acciones valen más que las meras palabras, y la manera en la que se están comportando sus hijos puede ser simplemente un reflejo de lo que ven.

RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS

El mayor desafío de los padres es evitar que la mala conducta se repita. La dificultad de la disciplina es que el mal comportamiento es un asunto complejo. Los niños se portan mal por todo tipo de razones y en infinitud de formas. Sería estupendo encontrar una respuesta que resultara efectiva siempre, pero las soluciones de "talla única" está claro que no existen.
Afortunadamente hay una técnica que usted puede aprender que ayuda a encontrar respuestas. La técnica de resolución de problemas es una técnica que se adapta muy bien a la voluntad de enseñar disciplina a los niños. Con la ventaja añadida de que una vez aprendida se puede aplicar a otros aspectos de la vida. Es un instrumento increíble ya que se puede utilizar de formas muy distintas. Los grandes empresarios la usan para diseñar nuevos productos, los intermediarios para resolver conflictos, los matemáticos para resolver fórmulas. La experiencia ha demostrado que la técnica de resolución de problemas mejora el rendimiento escolar. A medida que coja más confianza con ella podrá enseñársela a sus hijos. Podrán usar la técnica de resolución de problemas en muchos aspectos de su propia vida, desde mejorar en el colegio hasta, como no, mejorar su comportamiento. Hay siete pasos en la técnica de resolución de problemas. Después de practicarlos un tiempo le saldrán de forma natural.

  1. Definir el problema. Antes de buscar una solución debe saber cuál es el problema. Resuma el problema en una o dos frases.

  2. Torrente de ideas. Intente concebir tantas ideas para resolver el problema como le sea posible y anótelas. No se preocupe si las ideas son válidas o no, usted simplemente busque muchas. Una idea conduce a la siguiente. Una idea mala puede llevar a una buena. Cantidad y no calidad es lo que debe perseguir.

  3. Evaluar las ideas. Con cuidado repase cada idea que se le ha ocurrido en el paso 2. Tenga en cuenta las personas relacionadas y la situación. ¿Cree que puede funcionar? en caso afirmativo, ¿por qué?, en caso negativo, ¿por qué? ¿cree que puede funcionar para todas las personas relacionadas (en nuestro caso, para padres e hijos)? Algunas ideas pueden ser muy aceptables para algunas personas y no para otras.

  4. Seleccionar una idea. La clave está en encontrar una solución aceptable para todas las partes implicadas y que usted vea que obviamente puede funcionar mejor para resolver el problema.

  5. Probar la idea. Lleve a cabo la solución que ha elegido en el paso anterior.

  6. Evaluar su efectividad. Compruebe que su efectividad funciona. ¿Le ha resuelto el problema?

  7. Decidir. Si la respuesta al paso 6 es sí y la solución le ha resuelto el problema, ha terminado. Si, sin embargo, la respuesta es negativa, no se desanime. O bien a. vuelve al paso 4 y elige otra solución b. vuelve al paso 3 para idear más soluciones o c. vuelve al paso 1 para asegurarse de que ha definido el verdadero problema. No se preocupe si el problema persiste. Podrá resolverlo si no se rinde.

RESOLVER LOS PROBLEMAS ENTRE HERMANOS
Hermanos

Los conflictos en sí no son malos. Nuestros desacuerdos nos enseñan mucho y nos ayudan a madurar. En primer lugar porque escuchar el punto de vista de otra persona nos muestra algo que antes no sabíamos. En segundo lugar, porque cuando tenemos que expresar nuestras ideas a la persona con la que no estamos de acuerdo, empezamos ya a comprendernos mejor. En tercer lugar, podemos estar en desacuerdo con los demás y luego buscar soluciones al problema en común, y hallar una solución mucho mejor. Dos cabezas piensan mejor que una. En cuarto lugar, el proceso enseña a discutir a los niños cómodamente. Decir a los niños que usted confía en su capacidad para resolver problemas bastará cuando hayan aprendido la citada técnica de resolución de problemas. No debemos de intervenir en cada pelea. Podemos dejar la responsabilidad a los niños donde debe estar. Idealmente, ellos deben de resolver los conflictos por sí mismos. Si hemos intervenido en el pasado es importante que sepan que: "Desde ahora, yo ya no voy a meterme en vuestros problemas". Seguramente, no se adaptarán enseguida; no espere un cambio instantáneo por parte de nadie. Hay veces, en especial cuando uno está emocionado o el asunto que se discute es crítico para uno o ambos niños o es esencial actuar de inmediato, que el adulto tiene que intervenir en el proceso de resolución de problemas. Los hermanos tienen suerte de tener con quien pelearse. La rivalidad entre hermanos brinda la oportunidad de madurar si se mantiene a un nivel aceptable, y cuando se produce se utiliza para enseñar a los niños a resolver sus propios problemas. Aunque los niños no puedan resolver los problemas a su gusto, aprenderán a adaptarse y a resignarse. A veces, sus conflictos no serán fáciles de resolver, pero aún así convivirán con su hermano y respetarán sus derechos. Un consejero escolar preguntó a un niño de preescolar: ¿"Qué es lo peor de este mundo"? El niño contestó: ¿"Que mi hermana se ría de mí"?. "¿Y lo mejor de este mundo?" prosiguió el consejero. "Que mi hermana juegue conmigo".

CÓMO SACAR PARTIDO DE NUESTRO ENFADO
Mujer enfadada

El enfado en sí mismo no es malo. Pero cuando se expresa de forma destructiva, física o verbalmente, no resulta de utilidad. Sin embargo, si se expresa de manera constructiva de manera que no perjudique a otros, la ira puede ser un perfecto motor de cambios. Piense por un momento cómo el movimiento de los derechos humanos canalizó la segregación hacia una mayor transformación social. Veamos cómo podemos canalizar nuestra rabia de manera provechosa para el bienestar nuestro y el de nuestros hijos y para que nos ayude a tener cambios positivos.

Canalizar nuestra rabia es el primer paso. Luego podremos enseñar a nuestros hijos a hacer lo mismo. Si papá estalla cada vez que alguien le pide ayuda en casa, si mamá grita cada vez que sus hijos se pelean, y nos ponemos a cien por sus enfados, aprenderán a explotar y a gritar cuando se enfaden. De la misma manera que sucede con nuestro comportamiento general, nuestros hijos imitan nuestra forma de expresar rabia. Normalmente, nuestra forma de reaccionar cuando nosotros nos enfadamos es la misma que adoptan nuestros hijos. Veamos una manera efectiva de canalizar nuestro enfado.

Primer paso: tranquilizarse

Intente parar un momento para sosegarse. Permanecer tranquilo y no hacer algo que vaya a lamentar después.

Segundo paso: hablar

Dé salida a su rabia en lugar de contenerla en su interior. Las personas que contienen su rabia suelen descargarla sobre quienes les rodean. Algunas de ellas suelen ser personas muy negativas. Intente poner sus emociones en palabras. Pero procure hacerlo de forma constructiva.

Explique cómo se siente

Empieze con las palabras "Me siento". Oir que usted tiene sentimientos, puede despertar simpatía y consideración. Los niños escuchan con más facilidad si usted se centra en sus emociones en lugar de culparlos por lo que se siente. Oir "Me volveis loco" o "Me poneis nervioso" normalmente pone a la defensiva y la hostilidad puede volverse en su contra.

Identifique los verdaderos sentimientos que se escoden bajo su rabia. Esta es una expresión general empleada para todo tipo de emociones. Intente ser más específico sobre lo que siente. Por ejemplo: "Me siento preocupado cuando no sé dónde estás cuando te retrasas"; "Me siento frustrado cuando después de estar horas limpiando, cinco minutos después la casa está hecha un desastre"; "Me siento explotado si, después de trabajar todo el dia, me toca hacer a mí solo la colada aunque esté muerto de cansancio"; "Me siento incómodo cuando os peleais y hay visita"; "Me siento desbordado por tener que fregar después de hacer la cena"; "Me resulta violento que crea la gente que no te he enseñado modales"; "Me da miedo que desaparezcas de mi vista en unos grandes almacenes"; "Me disgusta que traiciones mi confianza"; Hay muchos otros sentimientos que son la razón última del enfado. Intente identificarlos y expréselos con palabras.

Explique cuándo se siente así

Describa la situación, no nombre a la persona que ha desatado esos sentimientos negativos: "Me siento explotado cuando veo ropa por el suelo." "Me siento frustado cuando acabo de limpiar, y vuelvo a ver desorden." Intente evitar la palabra tú de forma acusadora. Evite frases como: "Me siento explotada porque tú eres un desastre" o "Me siento frustrada de ver la poca formalidad que tienes tú". El tú acusador pone al niño a la defensiva.

Explique la razón de que se sienta así

Cuente por qué la situación le provoca sentimientos negativos, eso hace aceptar su mensaje. "Estoy molesto cuando veo tu ropa tirada por el suelo porque alguien puede tropezar." "Me agobia ver los platos sucios en el fregadero porque los tengo que fregar y estoy cansada." El por qué muestra al niño que usted tiene una razón legítima para sentirse así. Quizás sólo con el planteamiento baste para resolver el problema. "Me siento incómodo si hay chaquetas tiradas y llegan visitas." Al oir esto, tal vez los niños recojan sus chaquetas inmediátamente. Otras veces, después de plantear el problema, el siguiente paso es establecer una consecuencia para el comportamiento. "Me molesta que vayas en la bicicleta por la ciudad cuando sabes que no debes. Me da miedo que te pase algo. Por lo tanto, no irás en bicicleta en toda la semana." Otras veces puede intentar que ellos resuelvan el problema con usted. "Me siento explotada cuando llego a casa después de trabajar y tengo que limpiar y fregar los platos. Vamos a ver que podemos hacer para que no pase." Hablar del enfado solo se puede hacer si nos sentimos relativamente calmados. Si la rabia le ciega y le domina, intente seguir estos dos pasos antes de ni tan siquiera hablar del problema:

IDENTIFICAR LAS SEÑALES DE NUESTRO ENFADO

"Estaba ardiendo de rabia." "Estaba tan enfadado que el corazón me iba a mil por hora." "Estaba a punto de llorar de rabia." "Siempre que me enfado me rechinan los dientes." Nuestros cuerpos tienen formas muy extraordinarias de hacernos saber cuando estamos enfadados y a punto de "perder el control": tensión muscular, llanto, risa, acaloramiento, aceleración cardíaca, espasmos, rechinar de dientes, silencio absoluto y temblores son señales corporales de enfado. Intente identificar la forma corporal que tiene su cuerpo para expresar su enfado, y podrá reconocer ese sentimiento antes que le domine. Si le es posible identificar las señales físicas de su enfado, puede detenerse antes de decir o hacer algo que luego vaya a lamentar. La próxima vez que se enfade, intente descubrir cambios en su cuerpo: en la temperatura, en la musculatura, en sus movimientos naturales. ¿Está tembloroso, acalorado, frío o tenso? ¿Le late el corazón con más fuerza o siente dolor de cabeza? ¿Siente ganas de llorar? ¿Hay algo más que note en su cuerpo cuando se enfada? Intente tomar conciencia de cuando empieza a percibir esas sensaciones para que note su enfado cuando está creciendo, antes de perder el control.

Tranquilizarse

Cuando note que tiene acciones de rabia concretas actúe para no llegar al límite y hacer algo que luego pueda lamentar. No se puede estar enfadado para educar. Solo podrá explicar lo que quiere y hará lo más justo si está tranquilo. Hay formas muy diferentes de sosegarse que funcionan en cada caso. He aquí algunas sugerencias que puede probar. Solo usted puede saber qué le resulta más útil. Puede que encuentre una solución mejor:

  • Si sus hijos son lo suficientemente mayores, o si hay otro adulto con ellos, aléjese hasta que se sienta más tranquilo. Explique a sus hijos lo que va a hacer. Ir a dar una vuelta o a otra habitación. Intente no ausentarse más de cinco o diez minutos. Cuando vuelva, explíquese.

  • Oiga música; la que a usted le tranquilize.

  • Respire hondo. Los ejercicios de relajación profunda ayudan mucho a relajarse.

  • Cuente hasta diez al revés.

  • Intente hacer algo manual: un pastel, friege algo en la cocina, dibuje, anote lo que siente, o simplemente haga garabatos en un papel.

  • Para evitar decir nada que luego pueda lamentar, mastique chicle, cante o tápese la boca con la mano.

  • Haga ejercicio físico.

Tenemos derecho a sentir, rabia también, pero no a descargarla sobre nuestros hijos de forma física, verbal o emocional. Usando la fórmula general: "Me siento...cuando...porque..." podemos expresar lo que sentimos sin atacar a nuestros hijos y sin ponerlos a la defensiva. Los hijos no suelen pararse a pensar que nosotros también somos personas humanas con sentimientos. Y eso no es así por malicia, sino porque el egoismo forma parte de su naturaleza. Eso también sucede porque solemos ir de puntillas ante nuestros hijos, escondemos nuestras emociones y no somos sinceros y francos con ellos al expresar lo que sentimos. Tememos su reacción.

Niños: qué los enoja
Niño enfadado leyendo

Cuando no les es posible salir a jugar a la pelota, coger la moto prestada o perder un privilegio porque se han portado mal, es de esperar que nuestros hijos se enfaden. A menudo se enfadan cuando queremos enseñarles disciplina. No consiguen lo que quieren, no les gusta, se sienten desilusionados y eso les hace enfadar.

Acepte el derecho de los niños a tener sus propias emociones aunque no esté deacuerdo con ellos. Deje que se enfaden, pero usted permanezca tranquilo. No permita que le contagien.

CANALIZAR EL ENFADO DE LOS NIÑOS

Lo mismo que hace usted para reconducir su enfado sirve también para sus hijos. Algunos niños lo aprenden con sólo observarnos. Otros necesitan ser enseñados. Déles la oportunidad de hablar y escúcheles. Ayúdeles a expresar lo que sienten como lo hace usted mismo: "Me siento...cuando...porque.." Escúcheles atentamente. Sonsáqueles qué sienten. Mientras escuchamos como expresan su rabia, si siguen atacando, si desvían la culpa y la responsabilidad de su persona, podemos ayudar sutilmente a que acepten su propia responsabilidad y descubran el sentimiento que se esconde bajo la rabia. "Sí, preferirías leer en lugar de recoger. Da rabia interrumpir la lectura en el mejor momento."

La clave para el adulto es saber escuchar. Escuchar a los niños no significa estar de acuerdo con ellos. No tome su enfado como algo personal o se asuste o deje que le hagan daño con su rabia. Intente repetir lo que ellos sienten para ver si lo ha entendido correctamente:
"Entonces te sientes frustrado porque..." Si no lo ha entendido bien, sus hijos le corregirán. Intente no poner su razonamiento en tela de juicio: "No tienes derecho a sentirte así porque..." Trate de no discutirles cómo se sienten: "Venga. No puedes sentirte así." Procure aceptar sus sentimientos sin condiciones. En ocasiones el mero hecho de expresar su rabia bastará. Otras será necesario ayudarlos a utilizar la técnica de resolución de problemas e intentar encontrar una solución.

Si sus hijos se sienten muy alterados cuando se enfadan, será mejor enseñarles a tranquilizarse antes de hablar. El aprendizaje debe hacerse en un momento de calma, no en medio del acceso de rabia.

Primero enséñeles a identificar las señales físicas de su enfado: "Estás apretando los dientes. Creo que te estás enfadando." "Aprietas los puños. ¿Estás enfadado?." Si descubre las características particulares del enfado de su hijo, hágaselo notar. Así aprenderá a reconocerlas su hjo antes de "perder el control". Luego enséñele a tranquilizarse. Muéstrele técnicas adecuadas para serenarse y no hacer algo que luego pueda lamentar. Hay formas muy útiles para que los niños aprendan a serenarse.

  • Que se alejen. Tal vez necesiten alejarse unos minutos para tranquilizarse. No se trata de mandar al niño a la habitación como castigo, sino de darle la oportunidad de apaciguar sus ideas, tomar un respiro y tranquilizarse. No debe suponer un castigo por expresar su enfado, sino una forma de dominarlo.

  • Que vayan a otra habitación y griten. A veces ayuda a liberar la tensión.

  • Dibujar, rayar o escribir en un papel. A veces escribir una carta a la persona con la que están enfadados ayuda.

  • Modelar barro. Aplastar y remover algo concreto como el barro, libera la energía negativa.

  • Construir o hacer algo. Dar golpes de martillo suele ayudar a los niños (si considera que no es peligroso que lo hagan).

  • Escuchar música. Deje que elijan la clase de música; lo que a nosotros nos gusta puede enervar a nuestros hijos y viceversa.

  • Hacer ejercicio. Gastar energía física puede ayudar.

La rabia en sí misma no es mala. La rabia descontrolada puede hacer mucho daño. Pero cuando se canaliza y se expresa de forma constructiva tiene resultados positivos. De la misma forma que en otras cuestiones que se refieren al comportamiento, nuestros hijos aprenden de lo que hacemos, no de lo que decimos. Como padres debemos primero de aprender a reconducir nuestro propio enfado, así podremos luego enseñar a nuestros hijos.

ESCUCHAR
Pareja con hija pequeña

La forma en que escuchemos a nuestros hijos puede traducirse en dos tipos de mensaje: nos importa realmente qué piensan y sienten o no nos importa realmente qué piensan y sienten. Como un boomerán los niños adoptarán la misma actitud más tarde con nosotros. Algunos consejos para escuchar a nuestros hijos y tenerlos de nuestra parte son:

  1. No saque conclusiones precipitadas. Oiga lo que tienen que decir. Déles tiempo para que hablen y espere a que hayan acabado antes de decir algo.

  2. Preste atención cuando hablen. Concéntrese en ellos. No haga mil cosas al mismo tiempo. Déles repuestas cuando hablen: "Vaya" o "¿sí?" o "de acuerdo".

  3. Distánciese de lo que sienten. No reaccione de forma exagerada ni tome sus sentimientos como algo personal. Concéntrese en el asunto y no en usted.

  4. Exprese sus emociones con palabras. Intente reformular lo que cree que sienten, pero evite repetir sus palabras. Si no acierta con lo que sienten se lo harán saber.


DESARROLLAR EL SENTIDO DE LA RESPONSABILIDAD A MEDIDA QUE LOS NIÑOS CRECEN
Niño de corta edad regando plantas

Ser padre, desde luego, es una tarea a tiempo completo, hay muchas responsabilidades y decisiones que pueden afectar directamente la vida de otro ser humano. A veces puede ser abrumador. Pero ¿por qué ponerlo más difícil de lo que tiene que ser? Podemos delegar algunas de esas decisiones y responsabilidades en nuestros hijos. Todos saldremos ganando.

    Comer:
  • Niños de uno a tres años: comen solos con las manos y acaban usando los cubiertos.

  • Preescolares: Ayudan a preparar bocadillos, pasteles, galletas y otros platos.

  • Escolares: Preparan cosas sencillas como huevos, tostadas, ensaladas, hamburguesas.

  • Adolescentes: Preparan comidas completas.

  • Tareas domésticas:
  • Niños de uno a tres años: recogen los juguetes con algo de ayuda, sujetan el recogedor, ponen la ropa en el cesto, barren. (Aprovéchese a los niños de esta edad les encanta imitarnos cuando quitamos el polvo o pasamos la bayeta...)

  • Preescolares: quitan el polvo, limpian el jardín, seleccionan la colada, llevan la colada, guardan ropa en los armarios, quitan los platos de la mesa y los llevan al fregadero, ponen la mesa.

  • Escolares: hacen la cama, cuelgan la ropa, ponen la mesa, quitan la mesa, aclaran la vajilla, dan de comer a los animales, sacan animales a pasear.

  • Escolares de secundaria: pasan el aspirador, lavan y ponen a secar la ropa, pasan el rastrillo por el jardín, leen a sus hermanos, doblan la ropa y la guardan.

  • Adolescentes: hacen la colada, planchan, trabajos de jardinería, recados, canguros.

Responsabilidad y toma de decisiones

Otra forma de que los niños aprendan a responsabilizarse es tomando decisiones; no todas, pero algunas decisiones de las que les afectan. ¿Qué decisiones pueden tomar? Aquellas que no afecten a la salud ni a la seguridad de nadie. Decisiones en que la ventaja de pasar por la experiencia de tomarlas, compense la desventaja de tomar una decisión equivocada.

Demasiada responsabilidad

Un tipo muy diferente de dificultades son las derivadas de pedir a nuestros hijos demasiada responsabilidad antes de tiempo: si queremos que nuestro pequeño de dos años se vista solo, si queremos que nuestros hijos mayores se responsabilizen por completo de sus hermanos menores, o si queremos que nuestros hijos adolescentes hagan toda la limpieza y la comida.

A veces cuando se les confía demasiada responsabilidad, los niños, piensan que pueden hacer cualquier cosa y me refiero a ¡CUALQUIER COSA! los pequeños intentarán utilizar aparatos domésticos peligrosos. Los mayores creerán que saben cuanto tienen que beber sin problema de llegar a emborracharse. Demasiada responsabilidad produce en los niños una idea desproporcionada de su independencia y poder. Eso les puede ocasionar serios problemas, pues pueden tomar decisiones para las que aún no están preperados. En otras ocasiones los niños se rebelan y sufren serios problemas de disciplina. Pueden hacer un estropicio en la tarea asignada. Tal vez se desquiten, poniéndole en una situación violenta en público. Si después de leer esto no está seguro de lo que cabe esperar de cada edad, pregunte al pediatra. Exigir demasiadas responsabilidades puede traer graves problemas educativos que podrían evitarse.

LOS DEBERES
Niño estudiando

Los deberes son, muchas veces fuente de conflictos: la batallas por los deberes entre padres e hijos son muy frecuentes. Vamos a ver cómo eliminar alguna de la presión familiar, y de los problemas educativos producidos por los deberes, y organizar cuándo y dónde hacer los deberes así como la función que nosotros podemos desempeñar.

Dar tiempo para descansar

Dé a sus hijos un descanso antes de empezar los deberes. Imagínese lo que debe ser para un niño estar todo el dia en clase, a veces sin poder levantarse o hablar durante dos horas seguidas. Muchos niños no pueden ni ir al lavabo cuando quieren sino que deben esperarse a los descansos establecidos. Así pues cuando llegan a casa del colegio, necesitan un poco de descanso. Necesitan tomar algo, relajarse un rato, o remolonear, simplemente. Que se pongan a hacer los deberes inmediatamente, puede parecer lo más conveniente, pero en realidad, es todo lo contrario. Su capacidad de razonar funciona mejor si tiene tiempo de regenerarse.

ESTABLECER UN TIEMPO ESPECÍFICO PARA HACER LOS DEBERES

Si los deberes se hacen antes o después de la cena es algo que atañe a cada familia. Algunos padres prefieren esperar a después de cenar para estar cerca y poder ayudar a sus hijos. Otros prefieren que los hagan por la tarde, tal vez con la supervisión de una canguro, en el caso de niños pequeños. Sea cual sea su elección, lo importante es que el niño sepa que hay un momento determinado para hacer los deberes. Las diez de la noche no es el momento adecuado para preguntar a un niño si tiene deberes.

Apagar la televisión

"Acabaré los deberes a tiempo de ver mi programa favorito." La televisión es un incentivo para que los niños agilicen sus deberes. Para hacerlos, por regla general, se requiere precisión y concentración. Muchos padres apagan el televisor las noches de los dias lectivos, con algunas excepciones para programas muy concretos. Si los niños saben que después de hacer sus deberes, su siguiente actividad no depende de un horario establecido, como ocurre con la televisión, es más probable que se tomen el tiempo necesario en lugar de hacerlos deprisa y corriendo. Leer, estudiar, jugar o trabajar en algún proyecto, puede sustituir a la televisión en las tardes de los dias lectivos.

Muchas veces nos preguntamos: "¿Cómo puedo pensar en formas adecuadas de resolver problemas educativos en un segundo?" Practicando las técnicas que hemos abordado, usted resolverá muchos de los problemas espontáneamente. Aunque no siempre. Habrá situaciones que le llevarán más tiempo. Todos los padres nos equivocamos de vez en cuando. Enseñar a sus hijos a admitir sus errores y a cambiar su comportamiento es un aspecto muy importante de la educación. Nosotros debemos hacer lo mismo.

Premios

El chantaje puede ser un arma de doble filo, pues los niños creerán que deben hacer las cosas a cambio de algo, pero utilizado en su justa medida, puede ser positivo. A mi hijo mayor no le gustaba leer. Cuando salió la primera edición de Harry Potter intuí que podía ser una saga interesante que le aportaría beneficios. Enseguida se me ocurrió la idea de prometerle un videojuego a cambio de que leyera el libro completo. Dicho y hecho. Mi hijo no dudó en aceptar la propuesta, y a partir de entonces ha sido un lector asiduo y un buen estudiante.

Otra cosa muy importante que he aprendido durante los años de crianza de mis hijos, es a no discriminar a sus amigos por tener el hábito de fumar. Obviamente todos los padres nos preocupamos por nuestros hijos y no queremos que caigan en lastres como las drogas o el tabaquismo, pero apartarlos de sus amigos no es lo conveniente. Lo que debemos de hacer a la hora de velar por su salud es explicarles las consecuencias negativas de esas sustancias nocivas y decirles que tienen que aprender a decir "No". Y este si que ha sido para ellos y para nosotros los padres un verdadero premio.

La depresión nos afecta a hombres y a mujeres

El control de la tristeza

Mujer deprimida sentada en el suelo a los pies de la cama

La depresión, tan temida entre todos nosotros afecta a las mujeres en mayor medida que a los hombres y ambos adoptamos diferentes y variadas medidas para combatirla. Daniel Goleman en su libro "Inteligencia emocional" nos da las claves para salir de ella.

La tristeza es el estado de ánimo del que más gente quiere despojarse y Diane Tice descubrió que las estrategias para conseguirlo son muy variadas. Sin embargo no debería evitarse toda tristeza, porque al igual que como otros estados de ánimo, tiene sus facetas positivas. La tristeza que provoca una pérdida irreparable, por ejemplo, suele ir acompañada de ciertas consecuencias, disminuye el interés por los placeres, fija la atención en aquello que se ha perdido e impone una pausa momentánea que renueva nuestra energía para permitirnos acometer nuevas empresas. La tristeza en suma, proporciona una serie de refugio reflexivo frente a los afanes y ocupaciones de la vida cotidiana, que nos sume en un período de retiro y de duelo necesario para asimilar nuestra pérdida, un período en el que podemos ponderar su significado, llevar a cabo los ajustes psicológicos permanentes y, por último, establecer nuevos planes que permitan que nuestra vida siga adelante.

Chica sentada sobre una roca

Pero, si bien la tristeza es útil, la depresión, en cambio, no lo es. William Styron nos brinda una elocuente descripción, de "las múltiples manifestaciones de la postración", entre las que se cuentan "el odio hacia sí mismo", la falta de autoestima, "la pesadumbre enfermiza" que va acompañada de "una cierta constricción, cierta sensación de sobrecogimiento y alienación y, por encima de todo, una ansiedad abrumadora". También podemos señalar las secuelas intelectuales que acompañan a ese estado: "confusión, imposibilidad de concentrarse, pérdida de memoria" y, en un nivel más intenso, la mente se ve "caóticamente distorsionada" y "los procesos mentales se ven arrastrados por una marea tóxica y abyecta que impide cualquier reapuesta satisfactoria del mundo en que uno vive".

Chica pensativa mirando el paisaje

Además, este estado también tiene sus correlatos físicos: el insomnio, la apatía, "una sensación de embotamiento, nerviosismo y, más concretamente, una extraña fragilidad" que van acompañados de "un inquietante desasosiego". A todo ello debemos de añadir también la disminución de la capacidad para gozar de las situaciones: "todas las facetas de la sensibilidad se vuelven difusas y hasta la comida parece completamente insípida". Señalemos, por último que toda esperanza se disipa dejando el residuo de "una gris llovizna de congoja" que genera una desesperación tan palpable como el dolor físico, un dolor tan insoportable que la única solución posible parece ser el suicidio.

Chico desesperado con las manos entrelazadas tras la nuca

En el caso de una depresión mayor como la descrita, la vida se paraliza y parece que no exista la menor alternativa para salir de la situación. Los mismos síntomas de la depresión indican que el flujo de la vida ha quedado estancado. En el caso de Styron, la medicación y la terapia no sirvieron de gran cosa, sino que fue el paso del tiempo y el internamiento en un hospital lo que finalmente despejó su abatimiento. Pero, en lo que se refiere a la mayoría de las personas, especialmente a aquellas aquejadas de depresiones más benignas, la psicoterapia y la medicación pueden ser de gran ayuda. El Prozac es el tratamiento de moda, pero existen más de una docena de fármacos que pueden ser útiles para tratar la depresión.

Chica tomando una pastilla

Sin embargo, mi principal centro de interés es la tristeza común, o la simple melancolía que, en sus manifestaciones más extremas, puede llegar a convertirse, técnicamente hablando, en "una depresión subclínica". Las personas con suficientes recursos internos pueden manejar por sí solas este tipo de melancolía pero, por desgracia algunas estrategias más frecuentemente empleadas resultan francamente perjudiciales y no hacen más que empeorar la situación. Una de estas estrategias consiste en aislarse, lo cual, si bien puede resultar atractivo cuando nos sentimos abatidos, también contribuye a aumentar nuestra sensación de soledad y desamparo. Esto puede explicar, en parte, porque Tice constató, que la táctica más extendida para combatir la depresión, son las actividades sociales, es decir, salir a comer, ir a ver un acontecimiento deportivo o ir al cine; en resumen, compartir algún tipo de actividad con los amigos o con la familia. Este tipo de actividad puede ser muy eficaz siempre que quede claro que el objetivo que se pretende lograr es que la mente se olvide de la tristeza porque, en caso contrario, sólo se conseguirá perpetuar su estado de ánimo.

Amigos divirtiendose en familia en el campo

En realidad, uno de los principales determinantes de la duración e intensidad de un estado depresivo es el grado de obsesión de la persona. Preocuparse por aquello que nos deprime sólo cotribuye a que la depresión se agudice y se prolonge más todavía. En la depresión, la preocupación puede adoptar diferentes formas, aunque, sin embargo, todas ellas se focalizan en algún aspecto de la depresión misma como, por ejemplo, el agotamiento, la escasa motivación, la falta de energía o el poco rendimiento. Pero, por regla general, ninguno de estos pensamientos va acompañado de una acción decidida a subsanar el problema. Según la psicóloga de Stanford Susan Nolen-Hoeksman, que se ha ocupado de estudiar a fondo el pensamiento obsesivo en las personas deprimidas, otras estrategias habituales son las de "aislarse y darle vueltas a lo mal que nos sentimos, temer que nuestra pareja se aburra de nosotros o no dejar de preguntarnos si vamos a padecer otra noche de insomnio".

Pareja abrazándose

La persona deprimida puede tratar de justificar este tipo de comportamiento aduciendo que sólo intenta "conocerse mejor a sí misma". Pero el hecho es que, en la mayoría de los casos, el deprimido, sólo se dedica a alimentar ese sentimiento de tristeza sin ocuparse de hacer nada que pueda sacarle realmente de su estado de ánimo. La terapia puede resultar muy útil a la hora de reflexionar sobre las causas profundas de la depresión, siempre que no se trate de una mera inmersión pasiva -que sólo contribuye a empeorar la situación- y nos permita acceder a visiones o acciones tendentes a cambiar las condiciones que la motivaron.

Asimismo, el pensamiento obsesivo, puede agudizar la depresión, en cuanto que establece condiciones más depresivas, si cabe. Nolen-Hoeksman nos habla, por ejemplo, del caso de una vendedora que estaba aquejada de depresión que estaba tan preocupada que no realizaba las llamadas telefónicas tan necesarias para su trabajo. Entonces las ventas disminuyeron. Lo cual reforzó su sensación de fracaso y consolidó su depresión. La distración, por el contrario, le habría permitido acopiar la energía necesaria para hacer aquellas llamadas y también le habría servido para escapar de las atenazadoras garras de la tristeza. Con ello las ventas se habrían incrementado y habría fortalecido la confianza en sí misma, contribuyendo así, en consecuencia, a reducir su depresión.

Según Nolen-Hoeksman, las mujeres son más proclives que los hombres a obsesionarse cuando están deprimidas, lo cual podría explicar el hecho de que la cifra de mujeres diagnosticadas de depresión duplique a la de hombres. Obviamente, este no es el único factor que tener en cuenta, porque las mujeres también son más proclives a expresar más abiertamente su angustia y tienen más motivos para deprimirse. Los hombres, por su parte, como muestran las estadísticas, doblan a las mujeres en su predisposición de ahogar las penas en alcohol.

Chico sentado bebiendo una cerveza

Ciertas investigaciones han puesto de manifiesto que la terapia cognitiva orientada a modificar estas pautas de pensamiento resulta tan eficaz como la medicación a la hora de tratar la depresión leve, y es superior a ella en cuanto a prevenir su retorno. Dos estrategias, en concreto, se han mostrado especialmente eficaces en esta lucha: una de ellas consiste en aprender a afrontar los pensamientos que se esconden en el mismo núcleo de la obsesión, cuestionar su validez y considerar alternativas más positivas. La otra consiste en establecer deliberadamente un programa de actividades agradables que procure alguna clase de distracción.

Ciclistas en una carrera

Una de las razones porque la distracción puede ser un remedio eficaz, es que los pensamientos obsesivos tienen un carácter automático y se introducen de manera automática en la mente. Aún en el caso de que la persona deprimida trate de eliminar los pensamientos obsesivos, no resulta fácil coseguirlo. Una vez que el tren de los pensamientos depresivos se ha puesto en marcha, resulta muy difícil detener el contínuo proceso de asociaciones mentales que desencadena. Un estudio realizado con personas deprimidas a quién se pidió que ordenaran frases al azar, tuvieron mucho más éxito con los mensajes negativos ("el futuro me parece sombrío") que con los más optimistas ("el futuro me parece espléndido").

La depresión es un estado de ánimo que tiende a perpetuarse y a eclipsar incluso las distracciones elegidas por el sujeto. Cuando Richard Wenzlaff, psicólogo de la universidad de Texas, llevó a cabo una investigación en la que proporcionó a varias personas deprimidas una serie de actividades para apartar de sus mentes un hecho triste como, por ejemplo, la muerte de un amigo, casi todos ello eligieron las alternativas menos risueñas. En su opinión, las personas deprimidas deben hacer el sobreesfuerzo de prestar atención a algo que pueda animarles y poner un cuidado especial en no elegir inconscientemente todo aquello que les hunda nuevamente (como por ejemplo, una película o una novela muy triste)

LOS ELEVADORES DEL ESTADO DE ÁNIMO
Chica haciendo fitness

Imagine que está conduciendo en medio de la niebla por una carretera desconocida, empinada y tortuosa, y que, de pronto, un coche sale bruscamente de una vía lateral pocos metros delante de usted sin darle tiempo siquiera a detenerse. Lo único que puede hacer es pisar a fondo el pedal del freno, con lo cual su vehículo derrapa de un lado a otro de la calzada. Un instante antes de oir el ruido del impacto metálico y de los cristales rotos, se da cuenta de que el otro coche está lleno de niños y de que es un transporte escolar que va camino de la escuela. Luego, tras el leve silencio que sucede a la colisión, oye un coro de llantos y se las arregla como puede para correr hasta el otro coche. Entonces descubre consternado que uno de los niños está tendido en el suelo completamente inerte y se siente invadido por el sentimiento de culpa de haber sido el causante de una tragedia...

Escenas tan estremecedoras como la que acabamos de describir se utilizaron en uno de los experimentos realizados por Wenzlaff para impresionar a los sujetos que participaban en él. La tarea que debían de llevar a cabo era la de apartar la escena de sus mentes y registrar, durante un período de nueve minutos, el número de pensamientos ligados a la escena. Este experimento puso de relieve que, a medida que iba pasando el tiempo, la mayoría de los participantes tendían a pensar menos en las escenas perturbadoras, pero los deprimidos, por el contrario, mostraban un marcado incremento en el número de los pensamientos intrusivos, llegando incluso a pensar tangencialmente en la escena mientras se hallaban inmersos en actividades distractivas.

Y, lo que es todavía más significativo, los voluntarios deprimidos solían distraerse recurriendo a otro tipo de pensamientos aflictivos para tratar de apartar de su mente la escena en cuestión. Como dijo Wenzlaff: "las asociaciones de los pensamientos no sólo se basan en su contenido sino también según el propio estado de ánimo. Las personas contamos con un repertorio de pensamientos negativos que acuden a nuestra mente con mayor facilidad cuando estamos alicaídos. Quienes son más proclives a la depresión tienden a establecer fuertes lazos asociativos entre estos pensamientos, de modo que, una vez que se ha evocado un determinado estado de ánimo negativo, resulta mucho más difícil suprimirlo. Por más irónico que pueda parecer, las personas deprimidas tienden a distraerse recurriendo a otros pensamientos depresivos, con lo cual lo único que consiguen es profundizar aún más su depresión".

Según afirma una teoría, el llanto puede constituir un método natural para reducir los neurotransmisores cerebrales que alimentan la angustia. Pero aunque el hecho de llorar puede romper a veces el maleficio de la tristeza, también puede obsesionar a la persona con la causa de su aflicción. La idea de que "el llanto es bueno" es un tanto equívoca porque, cuando refuerza el cíclo de pensamientos obsesivos, sólo sirve para prolongar el sufrimiento. La distracción, en cambio, es capaz de romper la cadena de pensamientos sombríos que sostiene a la depresión. Una de las teorías imperantes que explica la teoría de la terapia electroconvulsiva en el tratamiento de la mayor parte de las depresiones graves se basa en el hecho de que provoca una pérdida de memoria a corto plazo y, en consecuencia los pacientes mejoran simplemente porque no pueden recordar el motivo de su tristeza. Como descubrió Diane Tice, muchas personas se sacuden las flores mustias de la tristeza con entretenimientos tales como la televisión, la lectura, el cine, los videojuegos, los rompecabezas, el sueño y las ensoñaciones diurnas como, por ejemplo, divagar acerca de unas fantásticas vacaciones.

Paisaje de isla tropical

Wenzlaff añade que las distracciones más eficaces son aquellas que pueden cambiar nuestro estado de ánimo como, por ejemplo, un apasionante acontecimiento deportivo, una película divertida o un libro interesante. (Advirtamos también, en este punto, que algunas distracciones pueden perpetuar la depresión, como lo muestran los estudios llevados a cabo con telespectadores empedernidos, que han puesto de relieve que, después de una sesión de televisión, suelen hallarse más deprimidos que antes de ella.)

Según Tice, el aerobic es una de las tácticas más eficaces para sacudirse de encima tanto la depresión más leve como para otros estados de ánimo negativos.

Gente haciendo aerobic

Pero el caso es que los beneficios derivados de este elevador de estado de ánimo resultan más palpables en las personas perezosas, es decir, en aquellas que no suelen practicar este tipo de ejercicios. Quienes se atienen a una rutina diaria de ejercicio físico obtienen, por el contrario, más beneficios de este tipo antes de llegar a consolidar el hábito. De hecho, quienes practican habitualmente un deporte obtienen el efecto inverso sobre el estado de ánimo y se sienten peor en aquellos dias en los que se saltan su rutina. La eficacia del ejercicio parece radicar en su poder para cambiar la condición fisiológica provocada por el estado de ánimo: la depresión constituye un estado de baja activación, mientras que el aerobic, en cambio eleva el tono corporal. Por el mismo motivo, las técnicas de relajación-que reducen el nivel general de activación física- funcionan adecuadamente para tratar la ansiedad (que es un estado de alta activación fisiológica) pero resultan inadecuadas para el tratamiento la depresión.

Chica practicando ejercicios de relajación

En todo caso, cada uno de estos enfoques parece romper el ciclo de la depresión y de la ansiedad, porque pone al cerebro en un nivel de actividad incompatible con el estado emocional que lo embarga. Tratar de infudirse ánimo a sí mismo mediante regalos y placeres sensoriales, constituye otro antídoto muy difundido para combatir la tristeza. Entre los métodos más utilizados por las personas para combatir la depresión podemos enumerar el tomar un baño caliente, disfrutar de las comidas favoritas, escuchar música o hacer el amor. Hacerse un regalo o invitarse a uno mismo para tratar de desprenderse de un estado de ánimo negativo, es una estrategia muy común entre las mujeres, como lo es también, en general, ir de compras.

Mujer de compras

Tice descubrió asímismo que el hecho de comer es una estrategia muy generalizada entre las estudiantes universitarias -una media tres veces superior a los hombres- para calmar la depresión. Los hombres, por su parte, parecen mostrar una inclinacion cinco veces superior a las mujeres hacia el consumo de drogas y alcohol. Pero el hecho de recurrir al alcohol o a la comida como antídotos para la depresión constituye una estrategia que tiene sus obvias contraindicaciones. La sobrealimentación suele provocar remordimientos, mientras que el alcohol, por su parte, es un depresor del sistema nervioso central cuyas secuelas se suman a las de la misma depresión.

Según Tice, una aproximación más constructiva para elevar el estado de ánimo consiste en proyectar una actividad que pueda proporcionarnos un pequeño triunfo, un éxito fácil como, por ejemplo, acometer alguna tarea doméstica que hayamos pospuesto (como cercar el jardín, por ejemplo) o concluir alguna tarea pendiente que hayamos estado evitando. Por el mismo motivo, los cambios de imagen, aunque sólo sea en la forma de vestirnos y arreglarnos, también pueden resultar beneficiosos.

Uno de los antídotos más eficaces contra la depresión -muy poco utilizado, por cierto, fuera del contexto de la terapia- es la llamada reestructuración cognitiva o, dicho de otro modo, tratar de ver las cosas de una óptica diferente. Es normal lamentarse por el fin de una relación, o sumergirse en pensamientos autocompasivos como, por ejemplo, "esto significa que siempre estaré solo", pensamientos que no hacen más que fortalecer la sensación de desesperación. Sin embargo, el hecho de recapacitar y reconsiderar los aspectos negativos de la relación, o de ver que esa relación de pareja no era la adecuada - en otras palabras, reconsiderar la pérdida desde una perspectiva diferente, bajo una luz más positiva- puede servir de adecuado antídoto a la tristeza. Por esta misma razón los pacientes aquejados de cáncer, sea cual sea la gravedad de su estado, se encuentran de mejor humor cuando pueden pensar en otro paciente cuyo estado es todavía peor ("a fin de cuentas yo no estoy tan mal; por lo menos puedo andar"), mientras que, por el contrario, quienes se comparan con personas sanas sólo consiguen deprimirse más. Este tipo de comparaciones resulta sorprendentemente estimulante porque lo que parecía desesperanzador pierde súbitamente sus connotaciones negativas.

Otro eficaz elevador del estado de ánimo consiste en ayudar a quienes lo necesitan. Puesto que la depresión se alimenta de obsesiones y preocupaciones que giran en torno a uno mismo, el hecho de ayudar a quienes se hallan afligidos puede contribuir a que nos desembarazemos de este tipo de preocupaciones. De este modo, entregarse a una actividad de voluntariado -hacerse entrenador de la liga infantil, convertirse en una especie de hermano mayor o ayudar a los indigentes, constituye, según Tice, una de las estrategias más adecuadas pero también menos frecuentes, para elevar el estado de ánimo.

Debemos señalar por último, que existen también personas que pueden encontrar cierto alivio a su tristeza, orientándose hacia un poder trascendente. Según dijo Tice: "la oración constituye una actividad especialmente indicada para elevar el estado de ánimo de personas con una orientación religiosa".

Chica sentada echando un beso

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